«El trabajo transforma el talento en genio». Anna Pavlova.
A cada vuelta del tambor de la lavadora sonaba un nuevo gemido al que acompañaba una lágrima. Cayeron tantas como las veces que había pensado en rendirse y volver a su vida anterior. Los madrugones para adelantar trabajo antes de ir a la oficina, las tardes de sol encerrada en casa con el ordenador y una pila de libros, las noches solitarias lejos de su hogar…
Todo eso ya no pesaba, lo había conseguido. Sonrió levemente y siguió dándose pellizcos en el brazo para comprobar que no estaba soñando mientras veía sus calcetines rojos de la suerte girar destiñendo el resto de la colada.
Curiosa, distinta, serena, exquisita.