«La brevedad es el alma del ingenio» William Shakespeare
Casi todo lo breve suele tener un encanto especial, solo hay que saber descifrarlo. Nos gusta la gente que es directa, que va al grano, los mensajes cortos, los 140 caracteres… Incluso las historias de amor de las películas que más huella nos dejan son así, breves. También a mí, a veces, me gusta resumir, por eso hoy dejo tres microrrelatos.
Pero ya nada sería igual. Esa cama había dejado de ser su cama, incluso las calles le resultaban casi desconocidas cuando paseaba por ellas de nuevo. Únicamente se reconocía en aquella plaza llena de taxis donde empezó todo y en la que se habían besado por última vez.
Nadie había vuelto a mirarle de ese modo. Le ponía nervioso aquella mirada que le tranquilizaba y le excitaba a partes iguales, su forma de hablar tan calmada, su seguridad al caminar y la humildad con la que restaba importancia a sus éxitos. Le encantaba recordar la cara de sorpresa que puso ante la primera negativa y la que se le quedó tras el primer beso. Pero lo mejor de todo era que no lo había soñado.
En realidad esto del amor no tenía ninguna lógica, pensó mirando el féretro desde el cristal del tanatorio con una leve sonrisa. Cincuenta años juntos y acababa de darse cuenta de que estaba enamorada de él.