«Deja de buscar las llaves, inventa otra puerta».
Doble fondo. Benjamín Prado.
Hace algunas semanas buscando una tarjeta encontré en un pequeño cofre estas cinco llaves. Ya no abren ninguna puerta. No sé por qué las guardo, ni para qué. Pero no pude ni he podido deshacerme de ellas.
A veces nos aferramos a objetos inútiles sin ninguna razón más que la de conservar recuerdos. Como si al tirarlos se fuesen a marchar todas las cosas que ocurrieron en torno a ellos. Como si fueran capaces de borrar el pasado.
Abrían cerraduras que no existen de un portal que no he vuelto a atravesar, un buzón que ya no lleva mi nombre y una casa que ya no es mi hogar. Entonces, ¿qué hacen todavía conmigo?
Esas cinco llaves representan algo más que cuatro paredes. Nostalgia. Aunque no siempre cualquier tiempo pasado fue mejor, las experiencias vividas -sobre todo las buenas- nos hacen querer volver a aquellos momentos aunque sea con la mente y solo durante unos segundos.
Ilusión, sonrisas, sueños, muchas primeras veces, el silencio, cenas, noches de insomnio, amaneceres de estudio, madrugadas de trabajo, visitas de amigos, canciones, amor, desamor, pérdidas y bienvenidas. En definitiva, historias. Vida. Todo eso y mucho más guardan esas llaves que en teoría ya no abren nada.
Si no hubieran aparecido el otro día, no me habría parado a pensar en esos años, en esos momentos y en todo lo bueno que me pasó a pesar de las dificultades. A veces las cosas que parecen inservibles a simple vista cumplen funciones más valiosas que para las que fueron concebidas. Ya no abren esas puertas, pero quizá abran otras más importantes.
What you know. Two Doors Cinema Club.
Con esta canción empezaron todos esos recuerdos.